Caminos de tierra
Calendario de Eventos Naturales de Costa Rica - Caminos de tierra
Hay pocos espectáculos naturales más impresionantes que una “arribada” de tortugas marinas. Durante la noche, las tortugas se acumulan cerca de la costa en preparación a su salida a la tierra en un esfuerzo extraordinario para desovar y garantizar así la próxima generación. Ellas regresan a la misma playa donde han anidado antes, guiadas a través del vasto océano por instintos y habilidades difíciles de comprender. Las arribadas precipitan otros ciclos que, como cascadas, se aprovechan de este majestuoso momento natural. Depredadores, desde roedores, pizotes y mapaches, hasta coyotes, jaguares y humanos, llegan a las playas de anidación. Las mismas tortugas desentierran los huevos de las anteriores por falta de espacio. Y a pesar de todo esto todavía nacerán miles de tortuguitas para refrescar las poblaciones de estas especies.
Similarmente, eventos como los primeros aguaceros de la temporada de lluvias disparan conciertos multitudinarios de ranas y sapos, buscando frenéticamente sus parejas para aprovechar cada poza, cada humedal y cada charco, y colocar allí su próxima generación. Algunos se visten de colores llamativos, elegantes para el cortejo, mientras que otros se aprovechan de la gran distracción reproductiva para ganarse una comida o dos. Tal como las tortugas, la estrategia está en lo masivo del evento. Cientos de miles de huevecillos o renacuajos pueden alimentar a una gran variedad de animales, culebras, alguno que otro pez, y hasta saínos y aves, dejando muchos más para garantizar la sucesión de la especie.
Hasta los cocodrilos muestran una preferencia a reproducirse en grupos, usando las lluvias estacionales y zonas inundadas para que las crías se desarrollen sin mucho peligro. A pesar de ser reptiles relativamente primitivos evolutivamente, su cuidado maternal es ejemplar, defendiendo sus nidos y hasta cuidando a las crías de depredadores potenciales. Aquí, mientras más numerosos son, mejores oportunidades de sobrevivir tendrán.
A diferencia de las tortugas marinas y los anfibios, los monos tití no son tan abundantes como para crear una masiva presencia. Sin embargo, tienen una estrategia de reproducción sincronizada que no se observa en el resto de los primates que existen en el país. Los tití se aparean estacionalmente, aprovechando recursos del bosque, como frutos y semillas, que alimentan a las madres y proveen sustento lácteo a los recién nacidos. Los titís de Manuel Antonio tienen su propio calendario de nacimientos diferente a la subespecie que habita en Corcovado y así cada ecosistema nos brinda sus propias sincronizaciones, que están ahí en espera de ser exploradas.
Los eventos naturales responden a señales dadas por el clima, las lluvias, la temperatura, o la presencia de otros animales. Estos ciclos crean una verdadera y maravillosa maraña de relaciones, formando una compleja red trófica donde la reproducción de una especie apoya la supervivencia de muchas otras.
Rastros en la arena
El calendario reproductivo de los anfibios se desata con la estación lluviosa. Sin lluvia, no hay conciertos multitudinarios ni bosques encantados que se llenan de campanitas y sonidos al caer la noche, cuando esos diminutos seres se activan y crean esa experiencia sensorial inolvidable. En Liverpool de Limón, investigadores de la Universidad de Costa Rica (UCR) han identificado hasta seis especies de ranas cantando al mismo tiempo, en el mismo sitio. Mientras unos machos vocalizan para atraer a las hembras, otro riñen entre sí al punto de golpearse. Otros imponen la gravedad de su canto para delimitar su territorio. Algunos llegan a oprimir el saco vocal de su contrincante para que este no pueda vocalizar.
Los rastros de tortuga aparecen cada mañana sobretodo en aquellas playas donde existen corrientes marinas que facilitan el acceso a la costa. Aquí desovan cinco de las siete especies existentes en el mundo. La lora es la única que realiza arribadas masivas de miles y miles en el Pacífico, mientras que la baula, la carey y la caretta llegan en solitario a poner sus huevos. La tortuga negra es una subespecie de la verde que, al quedar separada de sus parientes del Caribe, adoptó el hábito de desovar cada una por su cuenta. Las verdes del Caribe en cambio salen por centenares en una zona geográfica bastante extensa, por lo que no se considera una arribada masiva.
Algunas realizan largas travesías para venir a reproducirse, otras se aparean cerca de la costa donde los machos fertilizan los huevos y las hembras esperan la sincronización genética o los signos propicios para salir a tierra. Son tan sensibles que una luz intensa, obstáculos en la playa o una inadecuada temperatura de la arena, puede hacerlas regresar al mar sin cumplir su misión.
Enero y febrero es temporada de tortugas baula en el Pacífico. Como son tan solitarias y el desove ha declinado muchísimo, resulta difícil prever cuándo y dónde es posible observarlas, pero si el objetivo es ver esta especie en particular, se recomienda ir al Caribe donde salen con más frecuencia y hay más probabilidades de presenciar este espectáculo. Enero y febrero también son meses de temporada alta de las tortugas negras que llegan a numerosas playas de Guanacaste y la Península de Nicoya; mientras que en el Pacífico Sur son más esporádicas.
En marzo comienzan a arribar las baulas del Caribe. El periodo de anidación se prolonga hasta junio y tiene como escenario principal la zona de Pacuare, Moín y Gandoca, casi en la frontera con Panamá. En julio, siempre del lado Caribe, hacen su aparición las tortugas verdes entre Tortuguero y Parismina. La abundancia de hembras atrae a los jaguares que rondan el intrincado sistema de canales y áreas protegidas en las que se mantiene en pie el bosque lluvioso.
Desde mayo, tenemos tortugas carey y cabezona en ambas costas. La cabezona o caguama, es otra especie muy difícil de avistar, ya que sus salidas son impredecibles y dispersas geográficamente. Las tortugas lora salen todo el año a lo largo del Pacífico, pero si se desea experimentar ese espectáculo de ver miles y miles de cascos saliendo del mar bajo el pálido reflejo de la luna, entonces la cita es en Ostional entre julio y noviembre. En octubre arranca de nuevo la temporada de las baulas del Pacífico y de las tortugas negras y se reinicia así el ciclo que cada año nos brinda la oportunidad de ver las playas tapizadas de caparazones o las huellas de su presencia, lo cual era considerado como un símbolo de abundancia por los antiguos pobladores de Costa Rica.
Cantando en la lluvia
El calendario reproductivo de los anfibios se desata con la estación lluviosa. Sin lluvia, no hay conciertos multitudinarios ni bosques encantados que se llenan de campanitas y sonidos al caer la noche, cuando esos diminutos seres se activan y crean esa experiencia sensorial inolvidable. En Liverpool de Limón, investigadores de la Universidad de Costa Rica (UCR) han identificado hasta seis especies de ranas cantando al mismo tiempo, en el mismo sitio. Mientras unos machos vocalizan para atraer a las hembras, otro riñen entre sí al punto de golpearse. Otros imponen la gravedad de su canto para delimitar su territorio. Algunos llegan a oprimir el saco vocal de su contrincante para que este no pueda vocalizar.
La gravedad del canto influye en cuan atractivo es el macho para la hembra. Estas, por lo general, buscan machos grandes y por lo tanto con una caja de resonancia más potente. En la reproducción, el macho abraza a la hembra para que ella libere los huevos y así él pueda fecundarlos. Aunque comparten laguna, las diferentes especies se distribuyen en el lugar: unas cantan cerca del agua, otras en la zona media y el resto en el dosel del bosque. Pero, si varias especies cantan en el mismo nivel, entonces vocalizan a frecuencias distintas. Las ranas de vidrio, por ejemplo, vocalizan de manera más aguda para no chocar en frecuencia con el sonido de la quebrada. Aparte de utilizar sus cantos para el cortejo, las ranas también vocalizan para despistar a los depredadores y en ese menester, la rana toro es un as en el camuflaje. Su canto simula el llanto de un bebé caimán y con ello, ahuyenta a sus enemigos.
Pero el sentido de toda esta sinfonía en la que los sonidos de insectos y anfibios se confunden entre sí, es sembrar de huevos las hojas y dejar que la lluvia se encargue de completar el ciclo de la vida.