En el año 1963, cuando el volcán Irazú comenzó sus erupciones, y a cubrir con ceniza las fincas de San José, muchas familias buscaron nuevas tierras en zonas que no habían sido afectadas por el volcán. Para poder seguir con el cultivo de café, actividad que inició nuestro bisabuelo hace más de 100 años, nuestros padres buscaron tierras por la zona de Turrialba. Durante los siguientes años la hacienda paso de cultivos de café y caña a también tener cultivos de Macadamia. Con el pasar de los años esto volvió a cambiar y la hacienda paso a ser exclusivamente de caña de azúcar. Así en diciembre de 1963, compraron lo que hoy es Hacienda Sitio de Mata. La hacienda además de café tenía tierras sembradas de caña de azúcar lo que llevo a nuestros padres a empezar a cosechar caña y producir tapa de dulce. La actividad azucarera creció en las décadas de 80s y 90s con la compra de otras fincas y desarrollando con mucho trabajo y empeño el producto que hoy se conoce en el mercado nacional como Dulce-T, el dulce granulado derivado del jugo de la caña de azúcar deshidratado. Para el año 2000, siguiendo el ejemplo de nuestros padres, lo hijos decidimos compartir la belleza natural de la hacienda y la historia de nuestro país, dando así inicio a la actividad turística que ofrecemos hoy. Las personas que nos visitan tienen la oportunidad de conocer cómo se cultivaba y procesaba hace más de cien años el café y la caña de azúcar. Además, pueden conocer del cultivo de la nuez de Macadamia, que, aunque no es originaria de Costa Rica, se cultiva con gran éxito en el país. En los jardines de la hacienda no solo pueden apreciar una gran diversidad de fauna y flora nativas de la zona, como también historia de Costa Rica. Nuestros invitados pueden visitar una iglesia que data de finales del siglo XIX, una casa de madera de la época colonial y contemplar una vista maravillosa del valle de Turrialba, acompañado al norte con el volcán Turrialba y al oeste los picos del Chirripó el cerro más alto del país. Nuestra iglesia se trasladó pieza por pieza desde el pueblo vecino de Turrialba, ya que había sido abandonada, y nuestros padres con afán de preservarla la trasladaron y colocaron donde actualmente se encuentra. Ella también cuenta con dos magníficos vitrales que se rescataron de la iglesia de Turrialba cuando ésta fue demolida. La casita colonial, construida sin un solo clavo, también se trasladó a los jardines desde las faldas del volcán Irazú. Hoy en día la hacienda es un lugar único lleno de historia Costarricense. Nuestro compromiso es que nuestros clientes disfruten no solo de la belleza natural del lugar, pero también de los eventos y actividades que ofrecemos.